Historia Chamartín
LA NECESIDAD DE UN COLEGIO
Hacia 1852 Magdalena Sofía recibió en París una carta de Madrid firmada por veinte señoras que habían sido alumnas del Sagrado Corazón en Francia. Le pedían un colegio del Sagrado Corazón para dar a sus hijas una educación humana y cristiana esmerada. A Magdalena Sofía le pareció muy bien y envió en 1856 a dos religiosas, la Madre Pauline de Valencise y la Madre Camille Parmentier, para buscar un terreno y obtener los permisos necesarios. Expresó dos deseos: aprobación escrita del gobierno y de la reina Isabel II, y poder seguir los métodos de enseñanza tradicionales en los colegios del Sagrado Corazón establecidos ya en Barcelona y en varios países de Europa y de América.
Pensaron que un terreno en las afueras de Madrid sería menos caro que en la ciudad, pero no lo encontraban… Llegaron hasta Toledo, donde les ofrecieron el Hospital de San Juan Bautista. La santa Madre no se decidió: las religiosas y las alumnas no salían y les sería perjudicial la humedad debida a la proximidad del Tajo. En Alcalá de Henares, en Valverde… nadie quería vender. Un día, en sus recorridos de exploración, vieron un pinar muy bonito, una finca bastante cerca de Madrid, en un terreno algo elevado… Sería indicadísima…
EL LUGAR
«Ah, sí, les dijeron, es Chamartín. Un pueblecito majo…». Por cierto, una de las tradiciones dice que surgió por estar en el camino a Madrid. Debido a las guerras o al comercio, siempre ha habido comunicación entre Francia y España. De hecho, Napoleón Bonaparte se alojó en el palacio de Pastrana en 1808 durante los veinte días que pasó en España. Allá por el siglo XV un francés abrió aquí una taberna o venta en la que descansaban los arrieros y sus caballerías antes de emprender la última jornada del viaje hacia Madrid. Ese hombre se llamaba Martín y dio a su taberna el nombre de Chez Martin, Casa de Martín. La gente españolizó el nombre: «Nos paramos en Chemartín; te espero en Chemartín», y de ahí se pasó al actual Chamartín. Se construyeron dos o tres casas alrededor de la famosa taberna, y empezó el pueblo. Ya en tiempos de los Reyes Católicos algunas familias madrileñas empezaron a comprar terrenos en esta zona y a levantar casas de campo para recreo y cultivo de las tierras. Las tierras duras, poco fértiles, producían cebada, avena, garbanzos; en los pinares podían cazar conejos y perdices En siglo XV se edificó también la iglesia, situada en el centro del pueblo y dedicada desde entonces a San Miguel.
A mediados del siglo XVII se pusieron en venta terrenos de Chamartín, donde vivían entonces tres familias. Los adquirió D. Francisco de Trejo, que quiso cambiarle el nombre y llamarlo Villa de las Rosas. El nuevo nombre prosperó sólo a medias; no logró desterrar al Chamartín ya arraigado, pero lo convirtió en Chamartín de la Rosa.
Tras una serie de compras y herencias, la finca pasó a ser propiedad de los duques de Pastrana, que construyeron justo detrás de la iglesia un caserón donde ellos residían.
En 1850 el pueblo tenía una plaza de bastante extensión en la que estaba el ayuntamiento, la cárcel y una posada, y treinta casas alineadas en dos calles (que pueden corresponder a las de San Fernando y Dolores Sánchez Carrascosa). Había una pequeña industria: una fábrica de jabón y dos de chocolate de mediana calidad. Al duque de Pastrana el antiguo caserón de su finca le pareció incómodo y levantó otro palacete al final de la calle, al otro lado de la iglesia.
Esto fue lo que vieron y oyeron la Madre Pauline de Valencise, vicaria del Suroeste de Francia y la Madre Camille de Parmentier en 1856. Realmente valía la pena. Y empezó el trabajo intenso en dos direcciones: adquirir el terreno y obtener los permisos.
LA COMPRA DEL TERRENO
La duquesa de Veragua visitó al duque de Pastrana, que no tenía ninguna intención de vender. En otra visita comprobó que el señor duque no había cambiado de opinión. Y por tercera vez: «No, señor duque, no nos conteste ahora, pero tómese un tiempo y piense cuánto ganarán nuestras hijas con la educación del Sagrado Corazón, sobre todo ahora que la influencia de la mujer aumenta a ojos vistas en todas partes…». La respuesta las deja sin respiración: «He dicho que no vendo y no vendo…, pero lo regalo». Y así fue. Donó todo el terreno desde detrás de la iglesia hasta el arroyo del Abroñigal (por donde va ahora la M-30), incluido el caserón, antiguo pero de sólida construcción, una finca de diez a doce hectáreas, rodeada de excelentes muros. Las religiosas sólo tuvieron que pagar 0,75 pesetas, para una póliza en el documento de registro en el ayuntamiento. Los décimos duques de Pastrana, D. Manuel de Toledo y Lesparre y Dª Dionisia Vives y Cires, donaron al Sagrado Corazón la finca de Chamartín y el palacio de Leganitos, primera sede del colegio de Rosales.
LOS PERMISOS
Obtener los permisos del gobierno tampoco fue fácil. El señor ministro que debía dar la última firma no era amigo de cosas de Iglesia. Como la reina había aprobado la fundación, él no podía oponerse, pero tomó el método de la fuga: «No está hoy en el despacho» o «no está en casa», y así un mes. La marquesa de Viluma no se arredró. Metió el documento en su bolso y esperó con paciencia junto a la puerta de la casa del señor ministro. Cuando éste salió y subió a su coche de caballos, la marquesa ordenó a su cochero que siguiera al señor ministro. Atravesaron casi todo Madrid, hasta llegar a la embajada de Rusia. En cuanto el ministro bajó, la señora marquesa bajó también y le dijo: «Ahora no puede decir que no está en casa…» «Es verdad, respondió él, pero no tengo el documento». «No se preocupe, lo tengo yo». Y no tuvo más remedio que firmar.
En el archivo del Ministerio de Gracia y Justicia se guarda el documento que dirigen a la reina Isabel II la marquesa de Viluma, la duquesa de Veragua, la duquesa de Sotomayor y otras señoras con fecha de 9 de junio de 1857; el documento dice así:
(…) Señora, las que firman al pie de esta exposición, con la veneración más profunda: Tienen el honor de hacer presente a V.M. que entre los numerosos Institutos fundados y sostenidos por la Iglesia para cumplir su perpetua misión de enseñar a los fieles, existe el conocido y planteado ha largo tiempo en varias naciones con el nombre de Congregación o Sociedad de Damas del Sagrado Corazón destinado a dar una completa y esmerada educación social y religiosa a las niñas de todas clases.
La constante experiencia de los saludables frutos que con la gloria de la religión y por consiguiente con provecho del orden social en cuanto tiene de esencial e íntimo ha producido el mencionado Insituto, la apostólica solicitud con que ha sido y continúa siendo protegida por los prelados y fieles católicos, no menos que la general aceptación con que ha sido honrado por el Gobierno, y por último la especial estimación con que ha sido y es acogida por los padres de familias de Barcelona, la educación y enseñanza peculiares del Colegio establecido en las inmediaciones de aquella ciudad.
Todas estas consideraciones hacen creer a las que suscriben que sería tan oportuno como conveniente abrir las puertas de la Península a un Instituto ya tan probado y darle en ella existencia legal y de carácter permanente para los mismos fines y con las propias condiciones que se halla instalado en otros países.
Estas condiciones han sido en todas partes las de dar al Gobierno de los Estados respectivos en que se autoriza el planteamiento y propagación del citado Instituto con conocimiento pleno y exacto de
sus estatutos fundamentales, así como también del Plan de Estudios y de los manuales clásicos adoptados y seguidos en la educación y enseñanza de sus colegios, los cuales además, como quiera que en todas partes se hallan bajo la inmediata jurisdicción del Ordinadio de la Diócesis respectiva, pueden ser visitados e inspeccionados según disponga la autoridad canónica del mismo.
En este supuesto, las exponentes, contando con la anuencia y el deseo de las Superioras de la Sociedad y esperando lograr fácilmente el beneplácito de la autoridad eclesiástica respectiva.
AVM rendidamente suplican que se digne conceder al Instituto de Damas del Sagrado Corazón la autorización real para su planteamiento y admisión legal en Madrid y en cualquier otro punto de esta Península para los saludables fines y en la forma que queda mencionada.
Gracia que del noble corazón de VM y de su ardiente celo por la felicidad sólida de sus hijos los españoles, esperan alcanzar los exponentes.
Madrid 9 de junio de 1857. A los RR.PP. de V.M.
Los términos de la autorización de la reina Isabel II, extendida el 15 de enero de 1858, son claros: las religiosas podían establecerse en Madrid y en toda España, podían seguir sus métodos de enseñanza y debían probar que tenían les medios de subsistencia necesarios, ya que el gobierno no sufragaría absolutamente nada. Se autorizaba a empezar con no más de cuarenta religiosas.
La real cédula de asentamiento de la Sociedad del Sagrado Corazón en España dice así:
Dª Isabel II por la gracia de Dios y por la Constitución de la Monarquía española, la reina de las Españas. Por cuanto con presencia del expediente instruido a instancia de la marquesa de Viluma, la duquesa de Veragua y otras distinguidas señoras, en solicitud de mi real autorización del Instituto Religioso de Damas del Sagrado Corazón de Jesús para su establecimiento y admisión legal en Madrid y en cualquier otro punto de la península donde se juzgue necesario, destinado a dar una completa y esmerada educación social y religiosa a las niñas de todas clases. En vista de los informes favorables del muy reverendo Cardenal Arzobispo de Toledo y del Gobernador Civil de la Provincia de Madrid, de conformidad con los consultados por las secciones reunidas de Estado, Gracia y Justicia y Fomento de mi Consejo Real, he tenido a bien conceder mi real autorización para que pueda plantearse en Madrid el Instituto referido bajo las condiciones aprobadas por la santidad del Sumo P. León XIII en 22 de diciembre de 1826, y modificaciones hechas en 23 de mayo de 1851, con las condiciones siguientes:
- Que antes de que las religiosas presten los votos con que se ligan definitivamente al Instituto aseguren poseer una renta perpetua suficiente a subvenir a sus necesidades en conformidad a lo dispuesto en el artículo 30 del Concordato.
- Que el Estado, por ningún concepto ni por consideración alguna, sufragará lo más mínimo para cubrir las atenciones de dicho Instituto, que deberá subsistir con sus propios y exclusivos recursos.
- Que según lo dispuesto en el artículo 153 de la Ley del 10 de septiembre último sobre Instrucción pública, las hermanas del Sagrado Corazón quedarán relevadas de justificar su Ciencia por los medios generales y podrán ejercer el profesorado de su convento sin necesidad de título.
- Que la vigilancia administrativa de dicho Instituto prebenda en el artículo 249 de la Ley de Instrucción Pública, la ejercerá el muy Reverendo Cardenal Arzobispo de Toledo, entendiéndose con la Administración en todo lo concerniente a los estudios.
- Que el número máximo de religiosas de que se podrá componer la Comunidad será de cuarenta.
- Que antes de proceder a la Instalación de la Sociedad en las provincias, deberá preceder la instrucción del oportuno expediente que se someterá a mi Real aprobación… y hallarse garantizado las condiciones de estabilidad y de perpetuidad que exigen los Cánones y las leyes del
título 26, libro primero de la novísima recopilación para otorgar la concesión de una nueva fundación religiosa, contando al efecto con el terreno que de mi Real Patrimonio he concedido y que para la ulterior construcción del edificio que ha de elevarse sobre dicho terreno como para el mobiliario y habitación estén suficientemente aseguradas las cantidades necesarias.
He resuelto expedir este mi Real Despacho por el cual concedo la autorización necesaria para el establecimiento y admisión legal en Madrid del Instituto Religioso de Damas del Sagrado Corazón de Jesús bajo las Reglas y Constituciones aprobadas por la Santa Sede en 23 de mayo de 1851 sin pejuicio de las regalías y derechos de mi Real Patronato.
Dado en Palacio a 15 de enero de 1858
EL NUEVO EDIFICIO
Mientras tanto el acondicionamiento del edificio iba deprisa. El informe del arquitecto, Wenceslao Gaviña, que el cardenal arzobispo de Toledo pidió como requisito indispensable para el reconocimiento del colegio, y permiso de habitabilidad lo describe así:
(…) Arquitecto aprobado por la Academia de Nobles, antes de San Fernando (…) informa sobre el edificio que fue palacio del Duque del Infantado (…) Situado en el inmediato pueblo de Chamartín de la Rosa, con el fin de completar el expediente canónico sobre la fundación del Colegio Convento de Religiosas del Sagrado Corazón (…) Está situado sobre una elevación considerable sobre Madrid, situado en la parte más alta del pueblo y fuera de él, goza de sol… En el punto más elevado de esta posesión se halla la fachada principal sobre cuya línea se levanta una alta muralla en cuyo centro está la puerta de entrada que da paso a un extenso patio cuadrado (…) A la derecha hay construcciones para el servicio de las religiosas y su portería, y a la izquierda con entrada independiente, en la parte baja, la sacristía y en la parte alta la habitación de los Capellanes. Con la tapia de cerramiento de los jardines y huerta y la fachadas queda ante éste una plazoleta desahogada donde descansan los coches de los visitantes. En la rinconada se atraviesa una galería que da a un pequeño jardín, y se pasa al salón de visitas de las niñas educandas.
Penetrando en el patio principal dos de sus lados, en sus pisos alto y bajo están destinados para servico de la Comunidad.
A la izquierda se constituye la capilla levantada de nueva construcción sólida (…) la planta es de cuadrilátero regular, si bien los dos ángulos inmediatos al Altar Mayor están quitados por curvas (…) sirviendo el espacio que ocupan para dos pequeñas tribunas. El Presbiterio se eleva sobre el cuerpo de la Iglesia y en su medio está la mesa del altar formada de fina escayola y mármol blanco (…) La puerta de la sacristía está detrás. La entrada para las religiosas está a los pies de la capilla precedida de un vestíbulo, cuya parte alta es una tribuna destinadas a señoras que se retiran para hacer Ejercicios o para las enfermas convalecientes. A cada lado del paso central que sube hasta el presbiterio queda el sencillo coro para las religiosas formado de madera y los asientos para las niñas. Está bien iluminadas con grandes ventanas dispuestas a ambos costados con cristales de colores.
En el frente del edificio está el pensionado de las niñas. De esta ligera descripción se deduce:
- Que el edificio reúne por su posición, capacidad, ventilación y aislamiento condiciones necesarias para el funcionamiento de un colegio-convento.
- Que la capilla tiene las circunstancias de capacidad y decoro que requiere este lugar.
- Que las piezas destinadas a enfermería reunen las condiciones higiénicas.
- Que las piezas de servicio y salas de enseñanza son capaces de contener cincuenta religiosas y cien niñas.» (Archivo Ministerio de Gracia y Justicia. Expediente nº 3412. Órdenes religiosas).
Se abrió un pozo (el «queso» actual) y se cultivaban hortalizas (en lo que hoy son campos de juego) para alimento de religiosas y alumnas. De varias colmenas se extraía una miel exquisita: había
muchas abejas que libaban en las plantas aromáticas: tomillo, romero, lavanda… del pinar y sus inmediaciones.
LA ACTIVIDAD EDUCATIVA
Carta a la Madre Antoinette de Laclaverie en la fundación de la casa de Chamartín, 19 de junio de 1859.
(…) Gracias a sus trabajos y a su constancia el Sagrado Corazón va a fundar cerca de Madrid (…) Doy gracias al Divino Maestro por haber podido encontrar, tan providencialmente, el local que poseen ustedes en Chamartín.
(…) Conoce usted el noble carácter español, su fe, su fidelidad a la religión de sus padres. Sólo podrá ganar a estas niñas con el ejemplo de una sólida piedad, insinuada con dulzura, y una serena madurez que les enseñe a amar la virtud al descubrir sus encantos.
Ojalá la patria de Teresa, y de tantas otras personas de ambos sexos, pueda seguir engendrando santos semejantes a ellos, cristianas heroicas para el mundo y para la Sociedad del Sagrado Corazón.
Tales son mis deseos para esta fundación, y para usted, hija, escogida para ser la primera piedra. Sí, como aquellas que sostienen los nuevos edificios, que se hunden profundamente bajo tierra. Que éste sea su lugar, hija. La humildad es sólida, como el diamante que lo resiste todo. Adiós, querida Madre e hija, conozco la delicadeza de su alma y su amor a Jesús, por eso no tengo miedo.
Su madre Barat
En los años sucesivos, los duques añadieron otras tierras contiguas, que en el lenguaje de Chamartín se llamaron «tierras nuevas».
El 8 de junio de 1859 la comunidad se instaló en la casa antigua, en la que se iniciaron varias reformas para acoger a las alumnas; la marquesa de Viluma las había alojado dos meses mientras hacían los preparativos. El 29 de octubre de ese mismo año 1859 se celebró la eucaristía de principio de curso; las alumnas fundadoras fueron seis: Carlota, Manuela y Piedad Sentmenat; Emilia Padilla, Mª Luisa Campuzano y Luisa de Barutell.
Después de Navidad las alumnas internas llegaron a diez, y a final de curso a veintiuna. El espíritu de familia, con sus tranquilos goces y su cordial afecto, fue el sello distintivo de aquella primera generación, que siguió transmitiéndose a las sucesivas. El programa de estudios comprendía: religión, lengua y redacción, aritmética y geometría, historia y geografía, ciencias naturales, labores manuales, piano y canto, francés, y para las mayores, lógica y psicología.
El 20 de febrero de 1860 se inauguró una escuela gratuita para las niñas de los pueblos de Chamartín y Fuencarral con cuarenta y dos niñas.
Al comienzo de curso, el 14 de septiembre de 1860, el número de alumnas era de diecisiete. En diciembre del mismo año el señor nuncio vino para administrar el sacramento de la confirmación. El 16 de julio de 1860 se bendijo la capilla; el 31 de julio tomaron el hábito dos jóvenes españolas y se inauguró el noviciado con otras diez novicias venidas de Francia y de Italia. Las vacaciones
empezaron el 1 de agosto de 1860 con la solemne distribución de notas y de premios. Cada niña recibió un sombrero de paja y una tableta de chocolate.
En 1863 se dieron las primeras medallas de Hijas de María, aunque la distancia del colegio de Chamartín dificultaba mucho la asistencia a las reuniones. Se decidió que las tendrían en Madrid, en un local prestado, y así se hizo hasta la fundación del colegio de Caballero de Gracia.
La propiedad y la casa se iban reformando y embelleciendo. En un extremo de la huerta quedó cercado un cementerio humilde, cuya primera tumba se abrió para una novicia, la Hermana Juana de Alegría. Allí descansaría también la Madre Parmentier y
junto a ella, por expresa voluntad suya, la duquesa de Pastrana.
En 1865, cuando el cólera hacía terribles estragos, Chamartín se encomendó a la Virgen. Y en exvoto de acción de gracias se erigió una capilla a Mater Admirábilis, y se colocó una estatua de la Virgen del Pilar en la montañita que estaba detrás de la casa.
Cuando en 1868 estalló la revolución en España, después de la batalla de Alcolea, las familias, asustadas, vinieron a buscar a las niñas y el pensionado se quedó vacío. La Madre Parmentier dio muestras de gran presencia de ánimo, ayudó a esconder los vasos sagrados de la sacristía, organizó que cada religiosa tuviera preparada ropa seglar, y animó a quedarse en la casa esperando acontecimientos: aquellos días parecieron interminables; finalmente el 20 de octubre les llegó la noticia de que las religiosas dedicadas a la enseñanza quedaban exentas de la expulsión decretada por el gobierno (Decreto 17.10-1868).
En 1869 se constituyó como centro de vice- vicaría con la Madre Parmentier como vice- vicaria.
En 1873, al abdicar Amadeo de Saboya, en el colegio disminuyó el número de alumnas, quedando sólo diecinueve. La Madre Parmentier, con gran sentido práctico, redujo las instalaciones y agrupó los lugares habitables, con lo que disminuyeron mucho los gastos de mantenimiento.
Durante el Bienio Republicano (1873-1874) las casas del Sagrado Corazón de Sarriá y de Chamartín recurrieron a su condición de fundación francesa y solicitaron de la embajada de ese país el permiso necesario para hacer ondear la bandera tricolor y ponerse a salvo de posibles peligros, permiso que les fue concedido.
En los años 1886 y 1887, entre otras cosas, regalaron una campana, que fue bautizada el 15 de octubre de 1887.
En 1897 la Madre Marie de Cléry creó un taller de costura y bordado para dar trabajo a las señoras del pueblo. Y para perpetuar la memoria del centenario de la Sociedad hizo reparar la fuente en la
plaza de Chamartín y mandó colocar en ella una estatua del Sagrado Corazón. La inauguración, presidida por el señor nuncio, fue solemnísima. De acuerdo con el párroco, fundó el Apostolado de la Oración para los hombres y una biblioteca parroquial. Su influencia llegó a ser tan notoria que un personaje importante decía: «La Madre superiora del Sagrado Corazón ha conseguido en este pueblo más que todos los gobernadores juntos».
El número de alumnas aumentó de año en año, casi todas internas, porque Chamartín estaba a las afueras de Madrid. Las había también de otras provincias.
Entre 1899 y 1901 llegó el agua del Lozoya al final de la huerta, y los cultivos mejoraron mucho.
El 11 y 12 de mayo de 1909 celebró el cincuentenario. Ese año se fundó la escuela dominical.
En el año 1925 se bendijo la escuela, construida de planta en un extremo de la propiedad. Adornaban el jardín hermosas estatuas de mármol: una del Sagrado Corazón y otra de la Divina Pastora. Y se levantó una capillita en honor de santa Filomena, a la cual se iba en procesión el día 11 de cada mes. En este año se puso la calefacción central.
En 1925 se celebra la canonización de santa Magdalena Sofía Barat. Entre las visitas ilustres de los primeros tiempos citaremos:
- La del famoso predicador de Notre- Dame de París, el Padre Félix, jesuita.
- La de San Antonio María Claret, entonces confesor de la reina, en 1866.
- La Infanta Isabel de Borbón y Borbón, «la Chata» visitó Chamartin siendo infanta de España a finales de 1867, y otra vez , siendo princesa de Asturias en 1875.
- La Madre Aloysia Hardey, la primera rscj nativa de EEUU, asistenta general, visitó Chamartin en 1875.
- Las infantas Isabel, Paz y Eulalia, visitaron Chamartin plusieurs fois en 1882 -83.
- La Madre Borget, ecónoma y asistenta general, que tuvo un papel fundamental durante las expulsiones de Francia, estuvo aquí entre 1888 y 1889 y luego otra vez en 1894.
- En 1925 las infantas Beatriz y Mª Cristina, hijas de Alfonso XIII, asistieron a las fiestas de la canonización de la santa Madre.
- El año 1925 fue testigo de la rápida visita del Padre Wladimiro Ledochowski, superior general de la Compañía de Jesús, que quiso rezar un responso junto a la tumba de la duquesa de Pastrana.
En las Lettres Annuelles de 1926-1928 se habla de Escuela Dominical. En las de 1929-1931 se dice que en el Patronato había 50 chicas. En ambos casos se trataba de dar formación diversa a jóvenes obreras.
LA QUEMA Y LA DISPERSIÓN
En 1931 todas las obras prosperaban: sesenta novicias y un buen número de postulantes; en el pensionado hubo que limitar las plazas, aunque el local se había agrandado y mejorado considerablemente. La escuela, nueva, espaciosa y alegre, contaba con ciento cincuenta niñas. La asociación de antiguas alumnas con su círculo de estudios, su revista Mater Admirábilis, y su obra de Socorros Mutuos, estaba en auge.
Poco después de la proclamación de la República, la Madre Manuela Vicente, superiora general, pidió a la Madre Mª del Carmen Modet, vicaria de Madrid, que enviara a las juvenistas y a las novicias a Italia: había entonces en Chamartín cincuenta y nueve novicias de coro y veinte juvenistas.
El 11 de mayo llegó a Chamartín la noticia de que unas turbas revolucionarias habían incendiado varios conventos de Madrid. Las familias, a eso de mediodía, empezaron a acudir para llevarse a las niñas. Muchas personas, amigas de la casa, aconsejaban la dispersión de la comunidad, pues las turbas seguían obrando libremente, sin que el Gobierno tomase medida alguna para impedir sus desmanes. A las cinco y media, la Madre Modet daba orden de salir del convento en grupos.
Los incendiarios estaban ya a la puerta: conminaron a las religiosas a salir inmediatamente de la casa, junto con las alumnas, unas ciento cuarenta. Las religiosas se hallaban todavía a pocos pasos cuando,
a las seis de la tarde, ya el edificio ardía por los cuatro costados. Por fortuna, el párroco de Chamartin, D. Emeterio del Valle, se había llevado a tiempo el copón pero, con la turbación de aquel momento, no reparó también en el viril que estaba en el sagrario. La Madre Milagro del Alcázar, sacristana, pensó en salvar la hermosa puerta del tabernáculo, revestida de oro y piedras preciosas, corrió a quitarla y ¡cuál no fue su estupor al ver la sagrada forma de la custodia!
La cogió y ocultándolo todo envuelto en el delantal, salió de la capilla, en medio de los milicianos que estaban impregnando las puertas y rociando el suelo de gasolina. Su palidez llamó la atención de uno de aquellos hombre que le dijo: -«Hermana,
¿está usted enferma?» -«No me encuentro muy bien» -contestó ella, apresurando el paso para llegar a una casa en donde estaban refugiadas otras religiosas.
Debajo del brazo, tapado con la esclavina, y muy mal envuelto la Madre Jacobs se llevó una caja con el dinero y los valores. Cuando estaban rociando todo con gasolina quiso recorrer la casa para asegurarse de que no quedaba nadie, acompañada por el panadero y unos milicianos para protegerles. Cuando llegaron a la sala del juvenato los milicianos les dijeron que se llevaran algo de recuerdo y el panadero se llevó una máquina de escribir, un volumen del Espasa, y un diccionario de la Academia. Parece que nadie se dio cuenta de que la Madre Jacobs cogía el dinero y con él llegó a la casa donde se estaban reuniendo algunas religiosas, que era la de los marqueses de Cortina, parientes de la Madre Modet.
Podemos imaginar la escena… Las familias que pudieron se llevaron a sus hijas y a una o dos religiosas, otras se refugiaron en casas del pueblo y alguna pasó la noche en la calle. La huida fue tan precipitada que era difícil saber dónde estaba cada una. Otros nueve edificios religiosos sufrieron la misma suerte. En medio de las ruinas sólo quedó en pie la estatua del Sagrado Corazón, como signo de esperanza.
La maesta de novicias, la Madre Sánchez de Alva, organizó la salida de las más jóvenes hacia Avigliana (Italia), donde se instaló el noviciado, y las religiosas enfermas fueron trasladadas a Francia. El noviciado de hermanas coadjutoras se trasladó a Montpellier. Las religiosas francesas fueron repatriadas a través de su embajada Las que quedaban en Madrid no pensaban más que en volver a
Chamartín. Se alquiló un hotelito frente a las ruinas y en la propiedad devastada, al aire libre, el 20 de mayo, reanudaron sus clases a las niñas de la escuela. El 10 de agosto se instalaron en las ruinas, viviendo en el sótano, lo único habitable que quedaba. El 12 de octubre se inauguró el curso escolar y se recibieron a unas cuarenta internas en la parte del edificio que no se había quemado.
A finales de 1933 la Iglesia logró movilizar a sus fieles y obtener éxito en las elecciones. Las tensiones parecían disminuir y a la Madre Modet le pareció que había suficiente calma como para sugerir la vuelta a España de las novicias de coro. La Madre Vicente solo permitió la vuelta del noviciado de las hermanas coadjutoras.
En aquellos momentos, en los que se prohibía la enseñanza a los institutos religiosos, las antiguas alumnas, sin miedo a comprometerse, ayudaron en el pensionado. Las religiosas hicieron muchos sacrificios, incluso el de dejar el hábito, con tal de no abandonar su misión apostólica, y las familias respondieron a esta abnegación, llenándose el colegio de niñas.
La situación empeoraba de día en día. Una noche de mayo de 1936 el alcalde de Tetuán se presentó a la Madre Mª Salomé Sorogoyen, ordenándole retirarse porque el colegio pasaba a ser posesión de la municipalidad. La firmeza de la Madre, exigiendo un documento de la autoridad superior, desvió momentáneamente el peligro. El curso escolar terminó con incertidumbre. Gracias a un oficial del ejército, la vicaria de Madrid supo que se produciría un levantamiento; la Madre María de la Cavada recibió el aviso el 17 de julio por la tarde. Se lo comunicó un oficial, padre de una alumna, que iba a tomar parte en el levantamiento del Cuartel de la Montaña y que le aconsejó que dispersara a la comunidad: «Hoy mejor que mañana» precisó, cuando la madre vicaria le objetaba que era casi de noche. Pero las religiosas no pudieron salir de Madrid porque estaban cortadas las comunicaciones ferroviarias.
La casa de Chamartín fue invadida y saqueada por segunda vez el 19 de julio y durante la guerra civil lo que quedaba del edificio fue ocupado como cuartel. Un mes más tarde, tres religiosas francesas de Chamartín fueron repatriadas a través del consulado francés. Las españolas, dispersas en pequeños grupos, tuvieron que cambiar de refugio varias veces. La casa de Caballero de Gracia se adjudicó al sindicato de decoradores de teatros; luego sirvió para albergar a huérfanos de la guerra y, finalmente, a milicianos del Ministerio de la Guerra.
La ecónoma de la vicaría de Madrid, la Madre Louise Jacobs, belga, vivió en un local por el que pasaban religiosos y laicos de todas las nacionalidades amenazados de muerte, y se quedó allí del 22 de agosto de 1936 al 27 de febrero de 1937. Se embarcó en Valencia para Marsella. Contó que los sacos donde guardaba los valores de la vicaría los depositó en un banco nacionalizado y se recuperaron después del éxodo del Gobierno:
El depósito estaba intacto y lo devolvió el banco en presencia de dos notarios, de un agente de bolsa y de nuestro negociador. Fue un momento emocionante. ¡Cuántas otras personas no han tenido la misma suerte! De la puerta del sagrario de Chamartín solo recuperamos una parte: le habían quitado el oro que recubría el interior; los brillantes y cuatro medallones de marfil artíticamente labrados.
La madre vicaria, la Madre María de la Cavada no quiso aprovechar ese refugio por temor a perder el contacto con sus religiosas. Se escondió en casa de su familia, manteniendo el contacto con las que estaban presas, buscando refugio para sus religiosas y negociando la salida de muchas con las embajadas que podían proporcionarles visados y organizar viajes hasta los puertos de embarque. Pronto se convencieron de que tenían que salir de España. El 4 de octubre de 1937 las ciento cincuenta religiosas que quedaban en Madrid obtuvieron el visado.
RECONSTRUCCIÓN Y CRECIMIENTO
Es difícil describir el estado caótico en que se encontraba la casa cuando las Madres regresaron a Madrid al finalizar la contienda. Chamartín estaba ocupada por los vecinos del barrio y se había luchado en el jardín y en el cementerio. El Sagrado Corazón del patio, respetado por las llamas de 1931, tenía mutilada la mano que bendice y un grueso cable al cuello. La Divina Pastora del jardín tenía el rostro acribillado, el Niño y el corderito estaban sin cabeza. Hubo que buscar locales provisionales.
Tras numerosos trabajos de limpieza y reforma se pudo abrir de nuevo el colegio el 16 de octubre de 1939 con ciento veinte alumnas. Volvió a florecer rápidamente, y empezaron los cambios como consecuencia del crecimiento demográfico y el desarrollo de Madrid.
Al acabar el curso 1939-40, sabiendo ya que las novicias volvían, las niñas renunciaron a sus libros de premios de fin de curso, y con el dinero se compraron sillas para las novicias. Con este motivo,
unos días antes de que estas llegaran, el 5 de junio de 1940, las niñas entraron en la sala de noviciado para ver las sillas (todavía existen algunas). El 3 y el 4 de junio Victoria Pedrosa y Cecilia Lomba entraron como postulantes, y como las novicias no habían llegado, vivían en el pensionado, y las niñas preguntaban quiénes eran esas señoras.
El 11 de febrero de 1941 se puso la primera piedra de la capilla, que fue inaugurada y bendecida por el obispo de Madrid-Alcalá,
D. Leopoldo Eijo y Garay el 11 de mayo de 1944. También estuvo presente D. Emeterio del Valle, el párroco que años antes había retirado el Santísimo para salvarle de las llamas, y que ahora lo volvía a poner en su lugar.
En la espadaña de la capilla hay dos campanas. Mirando de frente el campanario, desde el patio, la de la derecha es de hierro y la de la izquierda es de bronce; esta última «sobrevivió» a la
quema. La de hierro se llama Magdalena Sofía, y la de bronce María del
Carmen, en honor de la Madre Modet, que era la vicaria cuando la quema.
Junto a esta campana hay un verso, en una placa, con el nombre de la autora, la Madre Mercedes González de Castejón y que dice así:
Fui vibración serena de alegría. Muda entre escombros fui clamor.
Y al volver a mi puesto de vigía y renovar mi rota melodía
pregón seré del triunfo del amor.
Chamartín se benefició de los subsidios que el Estado concedía a las escuelas de las congregaciones y pudo crear una cantina en la escuela gratuita.
La nunciatura apostólica se construyó en 1954 en los terrenos que se llamaban «tierras nuevas», que habían sido separados por la expropiación del ayuntamiento, hacia 1942, para prolongar la calle Príncipe de Vergara, que entonces se llamaba General Mola, ahora Pío XII.
Entre el 6 y el 14 de mayo de 1959 se conmemoró el centenario del colegio de Chamartín. Entre otros actos destacaron la ceremonia de inauguración, el pregón del centenario, el día de asueto, la eucaristía en el jardín en la tarde del 11 de mayo a la misma hora en que Chamartín fue quemado, la representación teatral «Estampas de un siglo» y una exposición.
La avenida de Pío XII había cortado en dos el terreno; la demanda continua de escolarización llevó a la construcción de un nuevo establecimiento. El 11 de mayo de 1959, junto al edificio de la nunciatura, se puso la primera piedra del colegio de Pío XII, grande y muy bonito, de primera y segunda enseñanza y Escuela Normal de magisterio: la Madre Sabine de Valon, superiora general, la Madre Mª Josefa Bultó, asistenta general, la Madre Mercedes González de Castejón, vicaria, y algunas más, cruzaron la avenida de Pío XII para poner la primera piedra, bendecida por el capellán del colegio, D. Ricardo Blanco y con la asistencia del arquitecto D. Germán Valentín Gamazo.
El colegio de Pío XII comenzó a funcionar en octubre de 1960, aunque no habían acabado las obras, y estuvo abierto hasta 1980. El trazado de la M-30 y sus accesos impuso
sucesivas expropiaciones, de modo que los campos de juego quedaron insuficientes y el ruido de la circulación hacía imposible oír en clase.
VISITA DE LAS SUPERIORAS GENERALE
- Santa Magdalena Sofía Barat no llegó a visitar España, a pesar de que lo deseaba mucho.
- La Madre Joséphine Goetz visitó Chamartín el 12 y 13 de mayo de1866, de paso para Sevilla; volvió unos días más tarde, y estuvo hasta el 23 de mayo.
- La Madre Adèle Lehon estuvo aquí del 19 de abril al 3 de mayo de 1884.
- La Madre Mabel Digby visitó Chamartin en marzo de 1898 y en primavera de 1906
- En noviembre de 1912, lo hizo la Madre Janet Stuart; había ochenta y cinco niñas.
- En abril-mayo de1920 fue la Madre Marie de Löe, quien visitó Chamartín; había entonces ciento veninte niñas. Volvió en octubre de 1927.
- La Madre Manuela Vicente lo hizo en otoño de 1935, y escribía el 12 de enero de 1936:
Y ya que le hablo de consuelos, le diré que mi viaje a España me ha proporcionado algunos, al ver que después de la revolución y de las dificultades de todas clases, las casas se mantienen fervorosas y florecientes con la bendición del Corazón de Jesús.
Pero cuando le preguntaban su parecer sobre lo que podría suceder, contestaba con perspicacia: «Me parece que estamos sobre carbones encendidos bajo ceniza». - En 1946, con motivo del centenario de Sarriá, la Madre Marie Thèrése de Lescure, superiora general, visitó Chamartín.
- El 6 de mayo de 1959 comenzó la celebración del centenario del colegio. En la primera página del libro conmemorativo se lee: «Nuestra Madre llega a Chamartín». Es la Madre Sabine de Valon, superiora general, que acudió desde Roma.
- En octubre de 1962 volvió la Madre de Valon, acompañada otra vez por la Madre Mª Josefa Bultó, que en 1967 sería elegida superiora general.
- En 1970, la Madre Concha Camacho, recién elegida superiora general, visitó Chamartín.
Después volvería en enero de 1974, en abril de 1978 y en 1980. - En febrero de 1985 nos visitó la Madre Helen Mc.Laughlin, superiora general, y por segunda vez en 1990.
- En 1998, la Madre Patricia García de Quevedo, visitó España con una de sus consejeras, Marta Jiménez.
- En el febrero 2004, nos visitó la Madre Clare Pratt, superiora general, acompañada de una de sus consejeras, Mª Dolores Górriz.
NUEVOS TIEMPOS
- El externado se cerró al acabar el curso de 1966-67 y algunas niñas pasaron al pensionado.
- El noviciado de Chamartín se cerró en el verano de 1970, y en 1971-72 se trasladó a Valdefierro, Zaragoza. A partir de 1971 el colegio ocupó la planta baja del antiguo noviciado. Una residencia de chicas trabajadoras se instaló en el primero y segundo pisos.
- En 1971 se cerró el colegio de Caballero de Gracia y las alumnas pasaron al colegio de Pío XII y al de Chamartín.
- A partir de 1975 se hicieron varias reformas en el edificio del colegio. Se cerró el internado y los dormitorios se convirtieron en salas de clase. Se suprimió la terraza que estaba en el dormitorio del Carmen y de la enfermería; sobre ella se levantó la galería que daría acceso a las clases en el segundo y tercer pisos. El cuarto piso -los ángeles- quedó como una sola aula. Todas las clases pasaron al edificio del colegio y ya no quedaron niñas en el antiguo noviciado ni en el externado que se utilizó solo para la residencia de obreras.
- Al terminar el curso 1979-80 se cerró el colegio de Pío XII y después de la Semana Santa de 1980 empezó a funcionar el pabellón de Marqués de Torroja, dentro de Chamartín, pero como otro colegio, con las alumnas de BUP. Las alumnas de EGB y de jardín de infancia pasaron al edificio antiguo de Chamartín. El edificio de Pío XII finalmente fue adquirido por la policía, que instaló ahí sus oficinas. Una antigua alumna cuenta este cambio:
Las etapas del colegio del Sagrado Corazón estaban bien delimitadas por los colores del uniforme: «ser de rojo» (por llevar el babi de rayitas rojas y blancas) era el claro equivalente a ser pequeña. Y
como contraposición estaba el «ser de azul», color reservado al uniforme de falda tableada que llevaban las mayores. Pero lo que realmente marcaba la diferencia entre pequeñas y mayores era el edificio de Pío XII, moderno y luminoso, de pasillos anchos y cristaleras enormes, muy distinto al antiguo y elegante Chamartín.
Pío XII sí que era un colegio de mayores, con laboratorio, canchas de deporte y una enorme sala de estudio desde la que mirábamos distraídas cómo se construía la M-30, mientras alguna de nuestras monjas intentaba mantenernos en silencio. Un día nos enteramos de que «desaparecía». El edificio, como consecuencia de la prolongación de Príncipe de Vergara (entonces General Mola), y la construcción de la M-30, se había quedado encajonado y sin apenas jardín. Nos parecía imposible que tuviéramos que irnos.
En esa ocasión me di cuenta de que nuestras monjas eran mujeres valientes y decididas. Rápidamente nos organizaron para preparar el traslado y un día todas las clases aparecieron limpias y recogidas y fue la última vez que atravesamos los pasillos anchos y luminosos.
La Madre Gloria de la Rocha nos devolvió a la realidad: «¡Vamos! Coged vuestra silla, sólo hay que cruzar la calle». Ella se puso en medio de la carretera y todos los coches pararon asombrados mientras una larga fila de niñas «de azul» atravesaba ordenadamente la carretera con una silla en la mano.
¡Fue divertido! Volvíamos mayores al «jardín de nuestra infancia» donde reanudamos las clases sin problema en el edificio prefabricado. Compartimos ese día una mudanza muy especial y aprendimos que el espíritu de nuestro colegio era algo más fuerte e importante que los muros de un edificio.
- En 1984 se celebró el 125 aniversario de la fundación del colegio.
- En 1985 comenzó el programa de atención a alumnos con necesidades educativas especiales.
- A partir del curso 1986-87 comienza el régimen de conciertos; el colegio se hizo mixto, y recibió a los primeros niños en las clases de Infantil.
- En octubre de 1995 se unieron los dos colegios de Chamartín. Primaria pasó al edificio de la calle Marqués de Torroja, que a partir de este momento comenzó a llamarse Pabellón B y Bachillerato; ESO y Educación Infantil ocuparon el edificio antiguo, que empezó a llamarse Pabellón A.
- Durante el curso 1999-2000, la Sociedad del Sagrado Corazón celebró su bicentenario. Se celebró una eucaristía de acción de gracias en la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe y se representó una obra de teatro -«Herencia y Horizonte»- en el salón de actos de Chamartín.
PRESENTE Y FUTURO
Hoy el Sagrado Corazón de Chamartín es un colegio mixto, concertado con la Comunidad de Madrid, con un importante programa de atención a niños con necesidades educativas especiales.
La historia más reciente del colegio nos habla de una institución viva, en constante evolución, que reforma y adapta sus estructuras internas y su proyecto educativo para estar al servicio de la sociedad y de sus niños y adolescentes; nos habla de su empeño de innovación permanente, de su capacidad para mantener sus ideales educativos y evangelizadores adaptados a los retos de una sociedad cambiante, y de su afán por ofrecer a los alumnos una enseñanza humana y de calidad.
Las palabras de la Madre Sabine de Valon, con ocasión del centenario de Chamartín, podrían repetirse hoy:
Esta historia de Chamartín (…) es una historia de amor. La hicieron nacer el Corazón de Nuestro Señor, y el gesto generoso de España. Sobrevino después la tormenta (…) pero nada puede arruinar el amor del Corazón de Jesús, como nada pudo arruinar el amor del corazón de las Madres de
Chamartín. La vida volvió a revivir enseguida. Se trabajó valerosamente (…) Vosotras sois las herederas de esa llama (…) y debéis ser comunicadoras del amor de Dios.
Símbolo y resumen de toda la historia de este colegio es LA ESTATUA DEL SAGRADO CORAZÓN del patio.
Es de mármol de Carrara. Desde 1893 está en el claustro. Fue el regalo de la señora de Ansuátegui, Cristina de Aburto, madre de dos religiosas. Presidió el crecimiento del colegio y de sus actividades. Durante la República, el 11 de mayo de 1931, a pesar de la quema y la destrucción del colegio, la estatua quedó en pie, como testigo silencioso de ese amor que permanece y que es capaz de reconciliar y superar las divisiones. El colegio de Chamartín salió adelante y siguió creciendo, y hoy la figura del Sagrado Corazón continúa remitiendo a la interioridad, al misterio único y al valor
de cada persona. Y nos recuerda que la vida adquiere su pleno sentido cuando la damos por los demás y cuando la realizamos como un camino de amor.
A TODOS NOSOTROS NOS CORRESPONDE HOY VIVIR EL ESPÍRITU DEL SAGRADO CORAZÓN Y PASAR EL TESTIGO A LOS QUE VENGAN DETRÁS DE NOSOTROS.
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